martes, 20 de septiembre de 2011

Mentalidad de Sitio




Retomo el blog luego de varios meses de ausencia.

No nos vamos a engañar. La razón por la que el Madrid juega es la victoria. Nada de cursilerías, nada de aquellos delirios de darle una dimensión más grande de la que merece a la forma de juego. El Madrid existe para ganar.

Y el Madrid ha ganado, generalmente. Desde hace más de cien años. El problema, ahora, no es que juguemos mal o que los demás sean mejores. El problema es que ahora sí hay rival. Y para vencer a ese rival hacen falta muchas cosas.

La estrategia que ha escogido el Madrid (o Mourinho, que en este caso vienen a ser lo mismo) ha sido la mentalidad de sitio. El cerrar filas, el verse desprotegido, el verse solo y sentir la necesidad de defenderse.

Tengo 21 años. El mejor Madrid que he visto en mi vida no fue el de Zidane, ni el de Redondo. Fue el de Capello. Un Madrid que jugaba horrible, lento, con una dupla de centrocampistas ridícula: Emerson-Diarra. No importa. Ese Madrid ganaba por mentalidad de sitio, por garra. Por ahí va la cosa hoy.

Estamos, francamente, no tan mal como nos haría pensar Mou. Las virtudes de este equipo son de sobra conocidas por todos. No me enfoco en eso. Me enfoco en el comportamiento. En las quejas, en las reacciones de los jugadores ante cualquier entrada. En la rabia.

Porque eso es lo que podemos ver en el Madrid de hoy. Rabia. Rabia a no ganar (sea nuestra culpa o no), rabia a no conseguir los objetivos. Rabia en las ruedas de prensa de Mou. Rabia en Pepe. Rabia en los ojos de Cristiano cuando no marca.

Es inestable y peligroso. El Madrid es un equipo pasional, lo que significa que cualquier cosa puede ser que explote. Ejemplificado esto ante el Levante, cuando el no pitar una falta clara sobre Di María tuvo como reacción una pelea, empujones, fingimientos y un expulsado, que a la postre nos costó el partido.

Un manojo de nervios, podría decirse. No me gusta pensarlo. El Madrid es un equipo que juega enojado. Que busca la portería rival con furia, que recupera el balón con el cuchillo entre los dientes. Nuevamente, lo inestable de esta manera de jugar se ha evidenciado varias veces: Marcelo con Cesc, Mou a Pito, las palmadas de Iker en la cara luego del gol anulado a Higuaín.

Es inestable, repito, pero necesario.

Los grandes momentos de la historia del Madrid (al menos los que más se recuerdan) son los momentos en los que la rabia empujaban. Las remontadas europeas de los ochentas, con Juanito a la cabeza, son un ejemplo. El más claro ya lo mencione: la Liga de Capello, ganada por pura rabia de verse segundo.

La mentalidad de sitio que tanto ha ayudado a crear Mou nos ha convertido en eso. El sentirnos solos, contra los árbitros, contra los demás equipos que nos juegan a nosotros con la vida mientras al rival no, contra la Federación, contra todo; nos hace irreductibles. El madridismo está unido ahora en esta lucha contra todo y todos, en la que no va a parar hasta lograr el objetivo: ganar.

Poco importa si las acusaciones son verdaderas o no.

Lo que importa es eso, que ahora el Madrid no juega por señorío (qué palabrita más gastada) o por historia, juega por rabia.

Y el mejor Madrid que he visto en mi vida ganó con eso nada más.

A todos efectos, In Mou We Trust.

Volveremos.